La primavera en Japón

Además de tradiciones relacionadas con la estación en sí, se celebran las ceremonias que marcan el cambio a una vida nueva para sus protagonistas.

Nippon.com

“Las mañanas de primavera tienen algo especial” fue la frase elegida por Sei Shōnagon (ca. 966-1025) para empezar El libro de la almohada, pero esta no es la única expresión literaria ligada a la citada estación; así pues, encontramos otro ejemplo en el término ‘yamawarau’ (literalmente, la montaña que ríe), con el que se hace referencia al aspecto de un monte cuyos árboles tienen los capullos en flor, y que es propia de los haikus de esta temporada. En primavera, Japón huele a adelfillas y flores de ciruelo; es también la época en la que florecen los cerezos, los ruiseñores cantan y se recogen las algas nori y wakame. Asimismo, se celebran las ceremonias de ingreso en los distintos niveles educativos, o en una empresa en el caso de quienes entran en el mundo laboral tras terminar sus estudios, y, con ellas, se conmemora el inicio de una vida nueva.

El año fiscal comienza cada 1 de abril y termina el 31 de marzo, mes en el que se celebran las ceremonias de graduación. Por eso, en el cuarto mes del año, es normal ver a los alumnos que acaban de empezar la escuela primaria estrenando una mochila randoseru, que hasta brilla de lo nueva que está, y a los estudiantes de secundaria y bachillerato haciendo lo propio con el uniforme. Otra estampa común es la del semblante nervioso de los jóvenes que acaban de entrar en el mundo laboral.

El frente de los cerezos y el del polen

Según la Agencia de Meteorología de Japón, la primavera empieza en marzo y termina en mayo. En febrero se anuncia cómo será el frente de los cerezos, que sirve pasa saber las fechas en las que los cerezos somei yoshino (Prunus yedoensis) estarán en su mayor esplendor en distintos puntos del archipiélago nipón. Por norma general, cuando se informa de que los cerezos han florecido en la región occidental en marzo, el frente se va desplazando por la isla de Honshū en dirección norte y termina en la de Hokkaidō a principios de mayo.

El florecimiento de los cerezos coincide también con la llegada del polen de los cedros, aunque el frente de este comienza antes, a principios de febrero; la Asociación de Meteorología de Japón es la encargada de anunciarlo. En primavera, las mascarillas, que durante el invierno sirven para prevenir los resfriados y la gripe, protegen del polen a quienes tienen alergia. Para estas personas, algo tan bonito como la contemplación de los cerezos en flor marca el comienzo de una estación de pesadilla. Entre febrero y mediados de marzo sopla desde el sur el denominado “primer viento de la primavera”, que se caracteriza por su fuerza y tibieza. Los presentadores de las noticias acostumbran a informar de cuándo aparece en cada región. El florecimiento de los cerezos marca el comienzo de su contemplación en distintos puntos famosos repartidos por todo el país. Las empresas suelen organizar un picnic bajo los árboles a modo de fiesta de fraternización entre sus empleados. La importante labor de ir temprano por la mañana a guardar un sitio que garantice una vista bonita suele recaer en los trabajadores que acaban de entrar en la firma.

Una estación de actos y celebraciones

El 3 de marzo se celebra el Festival de las Muñecas o Día de las Niñas, una jornada cuyo objetivo principal es rezar por la buena salud de las menores; en las familias con hijas, es costumbre adornar la casa con unas muñecas hina y flores de melocotonero o de colza. Este día se engloba también en los Cinco Grandes Festivales de Japón, motivo por el cual también se lo conoce como Momo no Sekku. La bebida típica es el shirozake, que se acompaña con dulces como el hishimochi, un mochi tricolor (verde, blanco y rosa), y el sakuramochi, y con platos como el chirashizushi y la sopa clara —suimono— de almeja hamaguri (Meretrix lusoria).

En marzo se celebran las distintas ceremonias de graduación. En esta época, algunos estudiantes de los cursos inferiores les piden a los de los superiores, objeto de su devoción, un recuerdo: un botón de la chaqueta del uniforme, el pin con el emblema del centro escolar, una sudadera o polera... En el caso de la universidad, hay chicas que alquilan un kimono y un hakama, una falda pantalón plisada propia de la vestimenta tradicional.

El año fiscal comienza el 1 de abril, mes en el que se celebran las ceremonias de ingreso en las distintas etapas del sistema educativo y en las empresas. Muchas personas cambian de casa entre marzo y abril, de ahí que las tiendas de electrodomésticos y las de bricolaje organicen campañas especiales con vistas a incrementar las ventas. En las ceremonias de ingreso, los padres y otros familiares suelen grabar vídeos y sacar fotos que guardar como recuerdo de un momento tan especial en la vida de los niños. En las escuelas de primaria y en los institutos de secundaria y bachillerato de todo Japón, los estudiantes se van turnando para limpiar las aulas al final de la jornada lectiva. En muchos hogares se aprovecha el inicio del curso académico para comprar un par nuevo de uwabaki, las zapatillas que los escolares deben usar mientras están en el centro educativo; no se puede ir con los mismos zapatos que en la calle.

Los sabores propios de la temporada

En primavera, hay días en que vuelve a hacer un frío propio del invierno, y otros en los que suben las temperaturas. En lo que a la gastronomía se refiere, suele recomendarse el consumo de alimentos amargos, mientras que en verano se prefieren los sabores ácidos; en otoño y en invierno, el picante y la grasa, respectivamente. Así pues, la cocina primaveral japonesa se caracteriza por el uso de plantas silvestres como el ruibarbo de ciénaga y el udo (Aralia cordata), los brotes de bambú y la colza. Estos ingredientes no solo son propios de la temporada, sino que también tienen un gusto amargo. El pescado por excelencia es el carite oriental, cuyo ideograma resulta de la combinación de los caracteres ‘pescado’ y ‘primavera’. Otros frutos del mar típicos de la estación son el virrey, la seriola y el bonito.

El tiempo cambia tanto en primavera que llega a nevar hasta en la época de la contemplación de los cerezos en flor. Por ello, recomendamos consultar siempre el pronóstico meteorológico; así se puede ir observando la apertura de los capullos en sus distintas fases.